Quieres anticiparte a los problemas y solucionarlos de la forma más rápida. Como empresa has tomado la decisión de contratar tu infraestructura IT.

Así que la pregunta ahora es: ¿qué hay que monitorizar?

La primera respuesta seguro que es “TODO”, pero, como siempre, hay que ir paso a paso para no caer en el caos y la desesperación.

Por una parte, podemos distinguir entre amplitud de monitorización, los sistemas, la profundidad, y hasta que nivel de detalle se quiere monitorizar.

Detectar donde hay más problemas.

Si hablamos de amplitud, los primeros sistemas que habría que monitorizar son aquellos que tienen un historial de problemas más amplio.

También sería clave empezar por los sistemas más importantes para la productividad del negocio: Son aquellos que, en caso de fallar, pongan en riesgo el funcionamiento de la empresa. Es decir, los que podrían hacer perder o dejar de ganar dinero a la compañía.

Una vez monitorizados estos sistemas, habría que ir ampliando la monitorización a otros menos críticos o problemáticos.

Por otro lado, si hablamos de profundidad, lo primero que se tendría en cuenta es la infraestructura física.

Si se trata de servidores, por ejemplo, habría que monitorizar el estado de la CPU, de la memoria, de los discos, etc. Esta sería la capa esencial de monitorización que debería tener cualquier sistema de la empresa.

Correo electrónico o aplicaciones ofimáticas, también.

En la segunda etapa, se monitorizan las aplicaciones básicas que hay en los servidores, aquellas que no son puramente del negocio. Se trata del correo corporativo o herramientas ofimáticas.

En la siguiente capa de monitorización habría que incluir todas aquellas aplicaciones que sean de vital importancia para la productividad de la empresa. Esas sin las que la empresa no puede funcionar.

Por último, una vez todos los sistemas están monitorizados a una profundidad adecuada, sería el momento de crear la capa de servicios de negocio.

La capa de servicios se genera añadiendo dependencias entre los diferentes sistemas que interactúan juntos.

Gracias a estas categorías será fácil saber que estructuras se verán afectadas cuando otro deja de funcionar o lo hace de forma errónea.

Al tener una visión más de negocio, los cargos intermedios o altos de la empresa tienen más información del funcionamiento de esta.

Cada empresa decide que monitorizar según sus necesidades.

Tanto la amplitud como la profundidad de la monitorización son aspectos subjetivos para el departamento IT de cada empresa. Este debe decidir en todo momento que infraestructuras hay que añadir a la monitorización y con que profundidad. No hay que tener por fuerza la totalidad de los sistemas monitorizados, ni con el mismo detenimiento de detalle. Todo ello dependerá de las necesidades y/o particularidades de cada empresa, y será el departamento IT el encargado de tomar esa decisión.

Recordemos además que la monitorización es un sistema vivo. Lo que hoy no es muy atractivo de monitorizar, mañana se convierte en una pieza clave que hay que tener controlada, o viceversa.

Así que la amplitud y profundidad irá variando con el tiempo y la evolución de la infraestructura IT de la empresa.

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